Competencia Oficial

 

⭐⭐⭐

El mundo del arte y la industria del cine pueden llegar a ser lugares glamurosos y aspiracionales, pero también pueden ser lugares oscuros, extravagantes y... ¿ridículos? Básicamente esta es la premisa de "Competencia Oficial": la industria del cine es una pendejada.
"Competencia oficial" nos narra las desventuras que genera el narcisismo de Humberto Suárez (José Luis Gómez), un millonario que quiere dejar su nombre grabado en la mente de las personas, así que decide financiar una película, pero no cualquier película, la mejor película que se haya hecho. Para esto, contrata a la galardonada y extravagante directora Lola Cuevas (Penélope Cruz con una peluca que parece una mezcla entre Bellatrix Lestrange y la que usa Woody Harrelson en la escena post-créditos de "Venom"), a la súper estrella internacional de cine Felix Rivero (Antonio Banderas) y al reconocido maestro de actuación Iván Torres (Oscar Martínez). Ante esto, Lola Cuevas tendrá que encontrar la manera de lograr sacar adelante la película a pesar de las diferencias entre los actores.
Creo que la manera más completa y efectiva de describir la película es como una comedia de los hermanos Coen (resulta curioso que uno de los directores se apellide Cohn, muy similar...), pero hablada en español. Es decir, en cierta forma es una comedia de situación, pero con lo cómico muchas veces siendo los diálogos, lo extravagantes y paródicas de las situaciones (yo utilizaría el adjetivo surreales para describirlas) y un humor muy negro en algunos puntos. Porque eso sí, la película es meta narrativa en varios niveles, es una película sobre el cómo se hace una película, pero también la película que están haciendo es un reflejo de cómo es el proceso para hacerla. En ese sentido, no es la típica comedia que estamos acostumbrados a ver con un ritmo frenético y donde cualquier chiste y broma tiene que hacerte reír a carcajadas, la película tiene un ritmo pausado, los chistes son más contenidos y el filme no te remarca cuándo te tienes que reír, lo deja a tu criterio. Se agradece que la cinta proponga un nuevo tipo de comedia, al menos para lo que se acostumbra ver hablada en español.
En general, la película está bien manufacturada por parte de los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn, aunque también tiene algunas cuestiones conflictivas. En un par de chistes el timing no es el mejor, la escena se alarga demasiado o no deja que la situación llegue hasta el clímax que podría llegar. En ciertos momentos la película cambia de atmósfera o puesta en cámara tan abruptamente que por un momento te saca de la experiencia y te desubica tanto espacial como fílmicamente. Pero, en general, la película es muy contemplativa, con planos largos y muy abiertos, lo cual no es malo por sí mismo y se nota un compromiso con la propuesta estética. Sin embargo, como la película se basa en un juego de plano y contra plano, al estos planos siempre ser tan abiertos y durar tanto sí terminan por aburrir; aun cuando en algunas escenas la puesta en cámara es muy inteligente, con el tiempo se vuelve monótona y como si no se hubiera pensado en el montaje a la hora de hacer la fotografía. Aunado a esto, la principal locación de la película es espectacular a nivel arquitectónico, siempre está vacía y tiene un estilo minimalista que va muy acorde a la fotografía y la dirección.
Debido a esto, todo el peso de la película cae en los personajes y sus interacciones. Los tres protagonistas hacen un trabajo impecable dándole vida a estos personajes, los cuales son graciosos y divertidos por sí mismos. En este sentido, los personajes funcionan como parodias arquetípicas de personalidades que hay en el mundo del arte, pero son tan extremas que los personajes casi se terminan volviendo estereotípicos y planos; los personajes no crecen y son tan ridículos que es irreal que pueda haber alguien así. Esto, quizás ilógicamente, es un acierto, para la película funciona espectacularmente y, aunque en un par de momentos creo que sí se lleva demasiado lejos, son muy graciosos.
En ese sentido, la película es una parodia a la industria del cine. Lo cual es un arma de doble filo, para la crítica y quienes están dentro de ella debe de resultar muy divertida, pero para quien no la ha vivido de primera mano creo que no debe ser tan claro qué es tan gracioso de las actitudes de los personajes y las situaciones a las que se enfrentan. Aún así, la película no deja de ser divertida y, al claramente estar parodiando la industria, independientemente de lo que diga Lola Cuevas, hay una fuerte crítica a la misma. Sin embargo, muchas veces la película parece quedarse corta, ignorando muchas situaciones de la industria que se pudieron haber parodiado y que no lo hicieron, o perpetuando ciertas cuestiones de la misma como si no hubiera nada que criticarles. Y, aunque la película sí propone reflexiones interesantes en torno al cine y su industria, a veces opta por verse intelectual y hacer explícitas estas cuestiones en vez de apostar por la comedia, que es su objetivo, y dejar que el mensaje llegue a los espectadores sin que se los tengas que decir en su cara como si fueran estúpidos.
Es una buena película, divertida y metanarrativa. Con una propuesta visual y sonora minimalista, aunque con juegos interesantes y un uso inteligente del lenguaje cinematográfico, logra cargarle todo el peso de la película a los personajes. Los cuales, aunque arquetípicos, casi estereotípicos, tienen grandes actores detrás que soportan la película y hacen que Lola, Félix e Iván funcionen dentro del contexto paródico de la cinta. Porque no es una comedia de pastelazo, basada solamente en insultos y dobles sentidos, es una comedia lenta, que se toma su tiempo para construirse, y lo divertido son las interacciones entre los personajes y lo irreales y hasta estúpidas que son las situaciones.

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