Great Freedom

⭐⭐⭐

Una película coproducida por Austria y Alemania, ganadora de dos premios en el festival de Sevilla y del premio del jurado en Cannes, tenía que verse.
"Great Freedom" nos cuenta, alternando, tres etapas de la vida de Hans Hoffmann (Franz Rogowski), un joven homosexual y judío que estuvo en la cárcel porque durante muchos años la homosexualidad fue un delito en Alemania, habiendo cumplido tres sentencias por este crimen. En la prisión llegará a encontrar un par de parejas románticas como Oskar (Thomas Penn) y Leo (Anton von Lucke), pero también forjará una amistad que sobrevivirá por más de veinte años con Viktor (Georg Friedrich), su primer compañero de celda.
Al escuchar la sinopsis es claro que la película es sobre personajes, todo lo que pasa no son más que cambios y dificultades en las relaciones de estos, quienes realmente no tienen mucho que puedan hacer. En ese sentido, la película de casi dos horas se puede llegar a sentir tediosa porque solo ves a los personajes hablar entre ellos, pero las situaciones por las que atraviesan son las mismas. Por ejemplo, a un personaje lo llegan a meter a un cuarto completamente oscuro como 10 veces y juega como pirómano con un cerillo en todas, ya en la quinta se empieza a volver repetitivo.
Y no está mal que no pase mucho, la relación entre Hoffmann, interpretado magistralmente por Rogowski, y Viktor (quien es una mezcla drogadicta entre Liam Neeson, Mads Mikelsen y Johnny Depp, supongo que este último aportó la drogadicción) es enternecedora y sí logra sostener toda la película, pero sí debieron haber atravesado por situaciones y conflictos más variados tan siquiera para no volverse repetitivo. Y es que, aunque esta amistad es el centro de la historia y dramáticamente es lo más importante, una parte considerable de la película se dedica a desarrollar las relaciones románticas que Hoffmann entabló con otros hombres en la prisión, lo cual, aunque lleva a reflexiones interesantes, se siente desenfocado narrativamente hablando y no tienen ni la mitad de química que tiene con Viktor.
Que, esto también se debe a que la relación de Hoffmann con Viktor se construye a través de sus tres sentencias, mientras que sus relaciones románticas no son elaboradas más que en una sola sentencia y con flashbacks que simulan haber sido grabados con cámaras antiguas y voz en off explicándote todo porque... ¿eso te da a entender que se trata de un flashback? Me disculpan, pero que pinche solución tan chafa y pretenciosa.
No obstante, cuando se trata de intercalar entre las tres sentencias de Hoffmann, no hay nada que te lo indique, más que la primera vez, así que debes de estar adivinando de cuál de las tres se trata; aunque, eventualmente entiendes que es en la última cuando usa bigote (como si no se lo pudiera haber reasurado). Si bien se puede decir que esto te mantiene atento ante la falta de acción más que encerrar al protagonista en un cuarto oscuro y recibir cigarros por la buena voluntad de Viktor, que es lo que le encanta usar al director para cambiar de temporalidad sin darte una explicación de porqué terminó ahí, dejarte estos cambios en claro sí podría ayudarte a mantenerte más al tanto de las repercusiones de ciertas acciones si hubiera algo diferenciador entre las tres temporalidades. Porque, en las tres la cárcel es la misma y se ve igual, intentar recordar al guardia que quién sabe cuando va a aparecer me parece exigir mucho y algo que se puede quitar tan fácilmente como el bigote solo te confunde la primera vez.
A parte de esto, hay otro par de cuestiones que llegan a resultar algo incómodas. Como, por ejemplo, sabiendo de fotografía, cuando ves que un cerillo ilumina más que el mismo foco de las habitaciones es de no "digas mamadas Mary Jane", es algo muy romántico si se quiere, pero te saca del tono realista de la cinta. Así mismo, los personajes se la pasan fumando y/o haciendo sus propios cigarros, y tenemos muchos planos detalle de esto en silencio, que en momentos sí es importante a nivel narrativo, pero, como pasa toda la película, cuando debería tener un verdadero impacto solamente es de otra vez estos tabaquistas; por cierto, estos insumos los consiguen por arte de magia y hubiera sido un tema, aunque sea, diferente por explorar, en vez de ver, o mejor dicho, no ver otra vez a Hoffmann en el cuarto oscuro.
Sin embargo, el final es brutal, es un nivel de tragedia y desolación que te agarra desprevenido porque no se había logrado en una película que trata sobre gente encerrada en prisión solo por amar. Aunque, para bien o para mal, para llegar a este final hay que pasar por una larga escena de una orgía, que personalmente me parece que termina dando el mensaje de que la mayoría de los homosexuales son estas máquinas de coger y masturbarse salvajemente en público, que incluso le dan asco a los homosexuales que solo quieren una relación bonita y duradera. Y, por lo explícito de esta escena, sí termina surgiendo la pregunta como espectador de qué es lo que diferencia una película pornográfica, o soft porn si se quiere, de una película que no lo es, ¿qué el pene esté desenfocado? No digo que sea malo que algo sea tan explícito, pero sí hay que cuestionarnos de dónde proviene este tabú.
Que, hablando del final, y del inicio, son las partes más disfrutables cinematográficamente hablando; y también donde hay más desnudos, como que al director le pone más amor a dirigir eso. Porque tanto el inicio como el final de la cinta son lo más propositivo y original, la cámara voyerista, el plano secuencia que te deja desenfocado todo alrededor de tu protagonista, el encuadre final que es magnífico y la cámara mostrándote por primera vez las celdas tiene una composición increíble y aprovecha muy inteligentemente la forma de la prisión para mover la cámara en esta. Pero, fuera de esto, la dirección es convencional, aburrida, regresa a los mismos planos mil veces y cree que por tener simetría ya puede hacer todos los primeros planos iguales
La película tiene algunas fallas, de repente es narrativamente desenfocada, la dirección de Sebastian Meise y las situaciones que atraviesan los personajes se pueden volver genéricas y tediosas, y dramáticamente las relaciones románticas del protagonista son pobres. Pero, por otro lado, tanto Rogowski como Friedrich hacen interpretaciones brutales, y la relación de sus personajes, Hoffmann y Viktor, es completamente enternecedora, disruptiva y relacionable.
De hecho, estos dos actores terminaron adoloridos de la espalda por estar sosteniendo la película. 

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