Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades

⭐⭐

Tras años de espera, meses de expectativa y risas por un péndulo (busquen el video de Iñárritu con un péndulo, me agradecen después), llega el... ¿regreso triunfal de este director a México?
"Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades pinche título largo e hipermamador" trata de Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), un periodista y documentalista mexicano que se fue a Estados Unidos para poder realizar su trabajo, y ahora va a ser premiado por la Asociación Americana de Periodistas, por lo que, ha sido invitado a México para una gira de medios. Aquí, tendrá que reencontrarse con sí mismo, con su país y con su familia; o supongo que algo así era lo que Iñárritu intentaba hacer.
Tenemos que empezar con algo que no creería que diría mientras veía esta película, Iñárritu tenía razón, esta película sería alabada de haber sido hecha en Europa; aunque, a mí también me parecen estúpidas este tipo de cintas europeas. Es una comedia inconexa y que no busca hacerte reír realmente, sin narrativa y llena de metáforas que solo el director está capacitado para interpretar. Sin embargo, tampoco se trata de ser pendejo, esta película se debió enviar a Cannes no a Venecia.
Pero, bueno, lo importante que hay que decir de esta cinta es que narrativamente no es narrativa. Si quieres ver una historia, ni te molestes en ver esta película. Nunca entiendes realmente cuál es el objetivo del protagonista, qué sentido tienen las cosas que pasan o por qué estas afectarían en algo. Nada pasa por algo y a la vez todo pasa por nada, que es la forma mamadora de decir que cada escena carece de un sentido de consecuencia (para que no digan que ser mamador es algo que debemos aplaudir).
No estoy seguro de qué pretendía lograr Iñárritu con esta cinta. Acabando la película estaba como "Ah, que bueno, ya podemos irnos a comer", pero hubo hasta quien se puso a aplaudir y escuché a gente decir que no entendió nada, pero le hizo sentir mucho. No sé qué se supone que te deba hacer sentir esta cinta, a lo mejor sueño, pero no es para todos. A lo mejor alguien que está en conflicto con su nacionalidad, que extraña su país, que es padre, que perdió un hijo, que es exitoso o que le gusta ser superior a los demás puede sentir algo cuando ve a un hombre buscar ajolotes en un vagón de metro estadounidense, pero yo no.
A pesar de esto, la película vale la pena ser vista por su apartado técnico. El diseño de producción de Eugenio Caballero es impecable y maravilloso como siempre, representando a México de una manera fantástica. La edición y mezcla de sonido es pausada, pero de repente juega de forma maravillosa para generar sensaciones de incomodidad o trance. Y la fotografía, la pinche fotografía es muy bella y visualmente llamativa, usando angulares, composición simétrica y con algunos movimientos de cámara que recorren todo el lugar; aunque, de repente es muy oscura y poco contrastada para mi gusto en ciertas escenas, al igual que un par de encuadres que casi le cortan los ojos a los protagonistas en planos abiertos.
La verdad es que cinematográficamente está bien hecha, pero narrativamente es un sinsentido. No obstante, la película se compromete con un tono dramático que decide dar risa solo en un tercio de las escenas, con llevar estas escenas aisladas y sumamente mexicanas al extremo, y con el crear imágenes que resultan bizarras y hasta aberrantes, en el buen sentido. No obstante, insisto que a menos que seas Iñárritu, o tengas sus ínfulas de grandeza, no sé que tanto te pueda hacer sentir esta película.
Porque a mí personalmente me conflictúa que el regreso de Iñárritu al cine nacional sea algo tan mexicano en su superficialidad, pero tan europeo en su confección. El clímax ocurre en Estados Unidos, la música es mayormente en inglés y el tipo de guion y humor es muy europeo, donde son situaciones absurdas que no significan nada para la película y mujeres desnudas que deberían darte risa porque... ¿liberación sexual? supongo. Realmente, quien mejor explica la película es el hijo del protagonista diciendo que su papá no sabe ya nada de México y quiere venderse como parte del pueblo. Le aprecio la reflexión a Iñárritu sobre su trabajo y se ve que es honesto consigo mismo, pero no te cae bien alguien con tantas ínfulas de superioridad y que te prometió regresar al cine mexicano para hacer una película europea hecha para ser aplaudida por dos personas en Cannes.
La película intenta tan fervientemente hablar sobre México y cubrir tantos aspectos que todo se queda en un nivel muy superficial, porque lo más importante de la cinta es que el protagonista es Iñárritu y nada debe de opacarlo. Al inicio la película hace un par de críticas superficiales a la política mexicana, lo cual me emocionó mucho, pero después las olvida y no tienen ninguna repercusión. Hay referencias a la migración, a la conquista, al falso patriotismo mexicano, a las dinámicas familiares y a muchas otras cosas, pero estas solo se mencionan de pasada, no afectan en la trama y no se reflexiona en ellas; la película quiere sentirse la gran reflexión alrededor de la mexicanidad, pero solo mencionarlos resulta en algo simplón.
Si me preguntan si ir a ver la película, absolutamente. Tenemos que apoyar siempre las nuevas propuestas del cine mexicano, la cinta tiene cosas muy buenas e interesantes, hay elementos y situaciones que te resuenan mucho como mexicano (como que la dicción de ciertos diálogos no se entiende) y estética y formalmente está muy bien lograda. Sin embargo, siendo una cinta con situaciones sin sentido ni causalidad, un humor europeo, que toca la mexicanidad de forma tan superficial y que está llena de metáforas que solo puedes entender si hablas con Bergman a través de un péndulo, realmente no sé si la película está dirigida para ti.
No obstante, considero que el mayor error de Iñárritu fue quererme vender a México y su cine como algo europeo hecho para solo ser entendido por las altas esferas de eruditos cinematográficos. Se siente muy porfirista todo el ejercicio de Iñárritu en esta película, queriendo convertir a México en Francia. México tiene su propia forma de contar historias, de hacer cine y de reírnos de nosotros mismos de una forma magnífica en sí misma, no quieras venderme algo como mexicano cuando me cuentas una historia como holandés, haces cine como danés y quieres hacerme reír como francés. No caigas en la hipocresía de hacer una cinta sobre cómo tu trabajo es mexicano cuando parece hecha para ser alabada solo por tres críticos en Europa.

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