The Whale

⭐⭐⭐⭐

Tras ver el aspecto de Fraser en "The Whale" todos bromeamos con que él era la ballena, y que manera de Aronofsky de callarnos el hocico sí haciendo a él una representación de la ballena, pero no cómo esperábamos.
Charly (Brendan Fraser irreconocible bajo tanto prostético) es un hombre que debido a las múltiples tragedias por las que ha tenido que pasar decidió dejar de cuidar su estado físico, llevándolo a adquirir una obesidad mórbida que le impide siquiera moverse por su cuenta. Sin embargo, y a pesar de los cuidados de Liz (Hong Chau), Charly acepta que le queda solo una semana de vida y quiere hacer las pases con su hija Ellie (Sadie Sink).
Creo que tengo que empezar hablando del elefante en la habitación, literalmente. Fraser está gigante y su caracterización es impecablemente, su sola presencia en pantalla, abarcándola toda, es impactante de ver. Además, su regreso a Hollywood (tristemente ya no en "Batgirl") es espectacular, una interpretación brutal donde la corporalidad es única e impresionante, pero el rango emocional te deja cautivado y no puedes evitar querer a este personaje. Aunado a que, Sadie Sink, aunque interpretando a otra adolescente mamona, lo hace perfecto; una gran dupla en pantalla.
Por otro lado, la historia es muy simple y contenida, al grado de que todo pasa en el interior del departamento más deprimente que te puedas imaginar. Sin embargo, Samuel D. Hunter se las arregló para mantener a un personaje que no se puede parar del sillón activo, con él mismo autodestruyéndose conscientemente sin importarle lo que ocurre a su alrededor, por lo que, se agradece que no solo estemos viendo como le crecen raíces en su sillón. Ciertamente es muy fuerte la temática, pero al ser un personaje con un objetivo y motivaciones tan claras y empáticas, al final terminas deseando que sí consiga descansar de una vez.
La película es llevadera, tiene momentos emocionales, otros divertidos y otros catárticos, es una verdadera montaña rusa de emociones, en la cual el personaje se desborda (literal y metafóricamente). Y de alguna manera, mientras ves como alguien se suicida lentamente, la película te deja un mensaje sumamente optimista que te hace querer volver a creer que en el mundo aún hay gente buena, aunque después prendas las noticias y se te pase.
Igualmente, la película se siente muy Aronofsky, así que agradecemos lo poco convencional que llega a ser. Personajes con tendencias autodestructivas, un mundo que parece querer sacar lo peor de nosotros y una inclinación hacia el mundo onírico sobre la realidad, siendo más importante lo que pasa en nuestra cabeza que lo que ocurre a nuestro alrededor. Aronofsky toma la obra de Samuel D. Hunter y se apropia de ella de manera magnífica, no creo que haya un mejor cineasta para adaptarla.
Lamentablemente, creo que la película sí flaquea en algunos aspectos. Ciertamente es muy propositiva la relación de aspecto casi cuadrada, que junto al tamaño del protagonista te generan claustrofobia, al igual que algunos encuadres simétricos y la luz azul tan deprimente que te hace querer cortarte las venas. No obstante, al todo estar reducido a un solo espacio, la puesta es cámara pronto se agota y se vuelve monótona, se sienten poco explotadas las posibilidades. De la misma manera que, evidentemente por sus raíces teatrales, has escenas donde los personajes te cuentan cosas y tú simplemente los ves hablar, que si bien no llegan a ser aburridos estos momentos, sí le dan un poco en la madre al ritmo y no llegan a ser tan emotivos como podría haber sido ver lo que nos cuentan.
Para terminar, gran película, aunque muy fuerte en su temática, y Fraser sí merece el Oscar. Espero que el campo gravitacional de Charly atraiga a más gente a las salas de cine, porque es una gran propuesta que, a pesar de lo aparentemente desapercibida que ha estado en las premiaciones, vale la pena ser vista.

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