Jesus Revolution
⭐⭐⭐.5
Qué agradable sorpresa ver una película bien hecha este verano, aunque sea de bajo perfil y tendencia religiosa.
"Jesus Revolution" nos cuenta desde la perspectiva de Greg (Joel Courtney), un joven que a penas está buscando encontrar su lugar en el mundo, cómo fueron los acontecimientos del mayor despertar cristiano de hippies en la historia de Estados Unidos. Cómo fue que el pastor Chuck Smith (Kelsey Grammer) y el "profeta" Lonnie Frisbee (Jonathan Roumie) consiguieron darle la vuelta a la visión que la comunidad religiosa tenía al respecto de estos marginados.
No voy a mentir, sí hay una fuerte carga religiosa detrás de la película. Personalmente, creo que el mensaje cristiano de amor y hermandad es algo que deberíamos ver como universal, aunque ciertamente la película se abstiene de mostrar las cuestiones negativas que ha traido esta religión como institución. Entonces, para alguien descontento con la religión, esto puede llegar a sentirse plástico y propagandístico, pero fuera del mensaje cristiano, el evento histórico es algo que vale la pena ver.
En general, la película hace todo bien, aunque con momentos destacables. Sobre todo en el guion, las escenas, secuencias y desarrollo dramático están bien pensados y trabajados. Que, si lo sumamos a personajes imperfectos y tridimensionales interpretados de manera sumamente correcta, nos dan momentos donde estamos muy felices de lo que los protagonistas consiguieron y otros donde nos sentimos muy decepcionados o tristes junto con ellos. La película logra ser realmente emocional, empática, y un sube y baja de emociones.
El diseño de producción, en particular gracias a la recreación histórica, es impactante. Todo el tiempo sientes que estás en los 60s o 70s, lo cual es todavía más sorprendente si tomamos en cuenta los grandes valores de producción que tiene. Escenas con cantidades brutales de extras, múltiples locaciones de todo tipo y hasta escenas en el mar.
La dirección y fotografía no se quedan atrás, pues recurren a un uso bastante creativo del lenguaje cinematográfico y puesta en cámara para que no se vuelve aburrido. El uso de lentes aberrantes, sobreexposición de luces de colores y juegos con la profundidad de campo cuando los personajes están drogados, en contraposición a una luz más homogenea y planos convencionales en la iglesia. Además, el ritmo general es dinámico, con múltiples diferentes emplazamientos y un montaje directamente funcional.
No tengo mucho más que decir, fue una muy agradable experiencia con un mensaje muy bonito y esperanzador detrás (obviamente, dejando de lado la iglesia como institución), que propone una nueva visión hacia los hippies y la religión. Técnica, narrativa y cinematográficamente todo está impecable, aunque con momentos muy bien logrados y que sí demuestran que los involucrados dieron su gramito más de esfuerzo con tal de hacer algo que no pase desapercibido.

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