Imaginary

⭐⭐ 

Blumhouse se encarga de producir una nueva cinta de terror de su director habitual Jeff Wadlow, solo que esta vez, aún más carente de personalidad.
Jessica (DeWanda Wise) es una escritora de cuentos infantiles que regresa a vivir a su casa de la infancia junto a su esposo (Tom Payne) y sus dos nuevas hijastras, Alice (Pyper Braun) y Taylor (Taegen Burns). Sin embargo, Alice comienza a tener un amigo imaginario que la incita a lastimarse y le resulta extrañamente familiar a Jessica. Finalmente, Jessica se verá obligada a confrontar su pasado para salvar a Taylor y Alice de esta amenaza... ¿imaginaria?
En una primera instancia, es simplemente otra película de Blumhouse donde ya no hay nada innovador; cuestión que recalca Miguel Hoyos al hablar de Night Swim (2024). Efectivamente la cinta tiene buenos valores de producción, se puede permitir crear trajes y locaciones costosos, se nota que el equipo en que se filmó la historia es de primera calidad e incluso logra generar algunas imágenes interesantes que una cinta independiente encontraría completamente fuera de su alcance. No obstante, todo esto se siente mayormente desperdiciado en un concepto mal explorado y una dirección que nunca encuentra su tono.
Siendo sincero, Wadlow nunca ha sido un director capaz de crear escenas terroríficas y llenas de tensión, su trabajo se ha enfocado mayormente en high concepts con elementos terroríficos, pero con un tono ligero más similar a la aventura. Aún así, en Imaginary, el director decide ir por un camino más serio en tono y que su principal atractivo no se encuentra tanto en el high concept, sino en la creación de escenas de tensión y miedo. Lamentablemente, el cineasta falla estrepitosamente en esto, pues nunca es verdaderamente terrorífica, con todas las escenas siendo versones pobres y mal logradas de sustos que ya se han visto mil veces; tampoco el director ayuda mucho su caso incluyéndo chistes constantes partidos de la moral dudosa de los protagonistas, así como de referencias a The Lord of the Rings, las cuales dificultan que te tomes en serio la amenaza.
Lo más decepcionante es que ciertamente el concepto era interesante, la idea de la tersgiverzación del amigo imaginario. La cinta convierte este refugio infantil en una criatura peligrosa sustentándola en explicaciones folclóricas, muy similar a lo que hace Clown (2014). Aún así, el filme no se compromete realmente a explorar este concepto, hace un par de menciones a este hecho, pero nunca se detiene a cuestionarse las implicaciones ni juega con lo verdaderamente terrrorífico que esto puede resultar. 
También es cierto que la película se queda a medias en todos sus cometidos. La criatura se muestra desde el inicio rápidamente, donde no solo ya no es misteriosa, pero tampoco se  juega con ella lo suficiente para ser atemorizante en sí misma. El tercer acto ocurre en un mundo onírico, pero fuera del aparente fetiche por el color azul que tiene el director, no se siente con una propuesta única, ni es tan retorcido para resultar incómodo ni tan amigable para preocuparte, simplemente es un espacio que el director no quiso buscar cómo hacerlo y fue con el primer concepto que le pasó en la cabeza. La fotografía, aunque en su mayoría bien lograda, es genérica a más no poder y en momentos está subexpuesta, ocultando el pobre trabajo de la botarga de oso asesino que hubiera sido bastante llamativa si se comprometían con una estética plástica y como de serie b. Que ese ha sido uno de los mayores problemas de Blumhouse y el cine de terror actual, la mayoría de premisas parecen sacadas de una película en la que te preguntas qué acido se metió el guionista para sacar esa idea y qué sustancia de cualidades dudosas ingirió el productor para aceptarla, pero fallan en comprometerse a nivel estético y tonal con las mismas.
Halando del guion, este es uno de los mayores problemas del filme. No solo carece de ideas originales, sino que también es genérico, predecible y desde el minuto uno sabes cómo se va a desenvolver cada momento de la historia. No tiene grandes sorpresas, ni se dedica a explorar temas o conceptos de forma profunda y, al final, es directamente olvidable. Y, aunque hay momentos destacables de desarrollo y trabajo de personajes, así como interacciones e interpretaciones bien dirigidas a comparación de otras cintas que trabajan con niños, la verdad son escasas y en la segunda mitad se ven ofuscadas por una señora ridículamente parecida a Michael Caine con peluca que simplemente está ahí para brindar exposición verbal de lo que se está viendo en pantalla; que un poco es el papel de Michael Caine en muchas cintas de Christopher Nolan.
Al final, es una película predecible, que no es particularmente terrorífica y no encuentra muy bien su tono, pero los buenos valores de producción, una historia bien contada y esbosos de elementos cinematográficos sobresalientes hacen que, pese a que la olvides completamente al salir de la sala, sea una hora y media entretenida si disfrutas las nuevas propuestas de Blumhouse y Wadlow.

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