¿Qué onda con los Oscars?

Entrada de opinión sobre la 96° Ceremonia de los Premios de la Academia.

Cada año que pasa la ceremonia "más importante" para la industria "y arte" (pues se ve que a la Academia no le interesa premiar esto) cinematográfico, esta es menos llamativa. Desde las películas nominadas, hasta los ganadores y sus discursos, cada vez todo se siente menos... importante. Es como si ver estos premios fueran como tarea, y no una verdadera celebración del mejor cine que pudimos ver en el año. Pero, ¿cómo llegamos a esto?
Los bajos ratings, la aparente búsqueda de hacer chistes constantemente para mantener a las celebridades entretenidas, y el nulo interés de incluso muchos de los nominados y ganadores de asistir son síntomas de un problema más grande. Hollywood ha cambiado, y la Academia no ha sabido seguirle el paso. Los Oscars han perdido su valor espectacular, de grandiosidad, ya los blockbusters que cambiaban la historia del cine y las celebridades a las que las masas idolatraban son cosa del pasado. Gracias a las redes sociales ya no es misterioso, ni glamuroso, ni siquiera verdaderamente llamativo el mundo del cine, tener ese vistazo "íntimo" no es un privilegio que solo puedes aprovechar una vez al año, ahora es cosa de todos los días. La posmodernidad alcanzó al mundo del cine, pero la Academia prefiere seguir en la modernidad.
Y esto es un problema con muchos espectadores. De entrada, la mayor parte de la gente no entiende qué es una buena fotografía, cómo funciona el montaje, cuál es el trabajo de un director, la palabra diseño de producción suena a algo místico y hasta en las categorías como mejor película y actriz no tienen idea de cómo es que se califican y deciden. Y, aunque evidentemente se nota que la Academia ha tratado de ganar puntos incluyendo películas famosas y populares en categorías "importantes" (nuevamente mostrando lo anticuada de esta premiación), resulta insultante ver como las películas más genéricas ganan a mejor película y aquellas verdaderamente propositivas quedan en la periferia de la discusión.
Por otro lado, para aquellos que sí estamos inmersos y empapados de ideas del lenguaje cinematográfico y que vimos las cintas casi religiosamente, se siente obsoleto este evento. Las nuevas generaciones (como lo demostraron los Daniels en su discurso el año pasado al recibir el Oscar como mejores directores) ya no nos sentimos cómodos con la idea del director como autor único de un proyecto, no vemos un puesto o premio como más importante que los demás, encontrámos ofensiva la idea de géneros y tonos que son directamente ignorados por la premiación, y no somos estúpidos como para no darnos cuenta de las cuotas que prefieren cumplir antes de reconocer las verdaderas propuestas frescas. Mientras que la visión sobre el cine de las nuevas generaciones es sumamente posmoderna y disruptiva, la Academia sigue anclada en la modernidad nominando a Scorsese por contar por milésima vez la misma historia. Es como ver viejitos aplaudirse entre ellos sin entender del todo lo que los jovenes y las propuestas más frescas están haciendo. Hollywood ya no es una industria que avanza de generación en generación, los mismos que eran disruptivos en los setentas siguen en la cúspide de la industria y, además de negarse a intentar entender las nuevas generaciones, a diferencia de como les pasó a ellos, prefieren mantenerse en su lugar sin incómodarse ni pasar estafeta.
Como cinéfilo es difícil ver esta premiación en la que insultan constantemente tu pasatiempo y pasión. Desde años anteriores donde Coda ganó a mejor película, hasta cuando no nominaron a The Batman a mejor fotografía o no incluyen a directores como Robert Eggers, Jordan Peele o Ari Aster en las categorías de dirección y mejor película. Y este año no fue la excepción. Pese a que fue muy satisfactorio ver a Godzilla Minus One ganar a mejores efectos visuales, el que no estuviera nominada a mejor película internacional (yo incluso afirmaría mejor película a secas) y que aparte haya ganado Zone of Interest compitiendo contra La sociedad de la Nieve o Sala de profesores resulta directamente ridículo; aunque muy merecido su premio a mejor sonido. Así mismo, aunque los premios de diseño de producción, arte, maquillaje y vestuario de Poor Things son más que merecidos, realmente es un poco ingenuo creer que había alguien más compitiendo contra Emma Stone como mejor actriz; y es que muchos de los ganadores y nominado en el resto de categorías de actuación eran simplemente cuestionables sus participaciones en estas, no recuerdo que alguno de los nominados, quizás con excepción de Mark Ruffalo y la ya mencionada Stone, hayan transmitido algo tan potente como lo que consiguió Brendan Fraser el año pasado. El caso de Oppenheimer es curioso pues, personalmente, me parece una cinta que no brilla particularmente en nada, simplemente bien lograda, y aún así fue premiada como si se tratara de una proesa cinematográfica. Y es que ni Nolan ni ninguno de los demás directores nominados están realmente a la altura de lo que otros han logrado hacer en el pasado, todos los filmes nominados a esta categoría se caracterizarón por ser insulsos. Incluso hasta en los cortometrajes parece que se fueron a premiar celebridades consagradas e ignorar las propuestas más únicas y emocionales; porque premiar a cuarenta minutos de personajes hablando a la cámara sin una pizca de narrativa visual ya es llevar demasiado lejos el fanatismo por Wes Anderson. También encuentro insultante que hayan ignorado ciertas películas, John Wick: Chapter 4 tiene infinitamente mejor dirección y fotografía que cualquiera de las nominadas, No One Will Save You fue la mayor experiencia de tensión y narrativa visual del año, Godzilla Minus One es conmovedora y emocionante como película clásica de Spielberg, y Dumb Money simplemente es divertida, entretenida y con muchísima más personalidad que cualquiera de las nominadas a dirección, exceptuando Poor Things.
Mucho se ha dicho también que estos premios no deben ser tomados en serio. Que únicamente son la industria dándose una palmada en la espalda y que, más que una verdadera evaluación del arte cinematográfico, son una ventana hacia la política que rige a Hollywood cada año. Me parece una aseveración acertada, pero ahí radica el problema. Aquellos a quienes nos interesa ver que reconozcan a nuestras películas favoritas, que nos cambiaron nuestra forma de ver el mundo y fueron experiencias estéticas brutales, simplemente vemos cómo estas son ignoradas y se premia a la cosa más genérica posible. Mientras que, con redes sociales, la globalización y una visión casi minuto a minuto de la industria cinematográfica, ¿por qué procuraría hacer un espacio en mi domingo para ver cómo premian películas que ni siquiera vi y tener que escuchar chistes sumamente americanos a los que no soy particularmente sensible cuando ya tengo esa experiencia personalizada 24/7 desde mi celular?
Y no solo eso, la idea del festival de cine / premiación de cine se está quedando obsoleta en sí misma. Así como mucha gente dice que la figura del crítico de cine ya no tiene lugar en el siglo XXI, lo cual me parece preocupante desde un punto de formación y entendimiento cultural, lo mismo se podría decir de los festivales. En un ambiente social relativista, intersubjetivo, donde hay acceso a contenido prácticamente personalizado, ¿realmente sigue siendo actual la idea de poner a competir películas y escoger un ganador?

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