Back to Black
⭐⭐⭐
Como ya alrededor de todo el mundo el capitalismo está forzando a la producción, sin importar lo limitada que esta pueda ser, de biopics de cualquier músico, cantante y showman/showwoman que en su momento haya tenido el mínimo éxito, con la esperanza de sus protagonistas de arrazar en la temporada de premios, ahora llega Back to Black.
Amy Winehouse (Marisa Abela) es una joven judía británica, irreverente y antisistema, que está enamorada de la música de antaño y sueña con poder compartir esto con el mundo. Sin embargo, tendrá que enfrentarse a su relaciones tormentosa con su novio/marido Blake (Jack O'Connell), su irresponsable padre (Eddie Marsan) y la voraz industria musical, con su abuela (Lesley Manville) siendo aparentemente la única que la entiende y apoya incondicionalmente.
Quizás lo más importante a resaltar de esta propuesta es que se trata de una cinta pequeña. Claramente no es independiente y trae consigo sólidos valores de producción, pero está lejos de ser Rocketman, Bohemian Rhapsody o Elvis. Aún así, la cinta abraza su moderado presupuesto y entrega una propuesta más íntima y con toques más de filme periférico, apostando por los personajes y sus relaciones en vez de la espectacularidad. Esto ayuda a invertirte con estos personajes, tanto como el guion lo permite, pero termina dejando una sensación de que no se le hizo justicia al ya mito de la última estrella de rock. Aunque, su prematura muerte, la cual redujó su discografía e historial de presentaciones icónicas a uno limitado, ciertamente también pudo haber influido en que se sienta diluido el verdadero peso que tuvo Winehouse en la industria musical.
Pero, hablando primero de las cosas positivas, los personajes y sus relaciones. Pese a que la protagonista en momentos es difícil de apoyar, Abela da una interpretación carismática y sobre todo su relación con su abuela hace que estés dispuesto a perdonarle todo como ella lo hace. Además, la caracterización es bastante funcional, la intérprete demuestra que se entrenó vocalmente para cantar algunas de las canciones y su corporalidad en el escenario, aunque en un inicio resulta extraña de ver, eventualmente comienzas a apreciarla bastante. Aunado a lo anterior, al toda la música de Winehouse ser tan personal y estar directamente basada en lo que vivió, ayuda mucho a darle la sensación a la película de ser un musical como tal, donde las canciones mueven la historia y no simplemente la musicalizan para satisfacer a los fanáticos.
Lamentablemente, los principales involucrados no ayudan mucho a la historia. La historia de Winehouse es una de abusos, relaciones tóxicas y tristeza, y aún así no hay un compromiso con esto. El guion, aunado a que fracasa en crear un clímax satisfactorio y en explorar las repercusiones de la música de la protagonista, pasa por las situaciones más conflictivas rápida y superficialmente, sin dedicarse realmente a explorar qué le hace esto al personaje, pero hay un intento. No obstante, la dirección que huye de mostrar la crudeza y en momentos hasta parece romantizar estos abusos hace que el mensaje que quiere contar se sienta conflictivo y hasta una falta de respeto a la vida de la actriz. El filme convierte a una niña víctima de violencia y fama en una mujer caprichosa que vive sin consecuencias reales. Habiendo visto cintas como Blonde con la muerte cruda y violenta de la protagonista, o Priscilla con el miedo profundo e importencia de la protagonista ante su pareja, esta cinta se siente como una versión deslactozada, light y para toda la familia de una tragedia de la vida real.
Fuera de esto, todos los demás departamenteos cumplen, pero no sobresalen mucho. La fotografía funciona y hay planos interesantes que se extienden bastante, siendo algo refrescante en el cine contemporáneo más mainstream, pero nada es particularmente destacable. El diseño sonoro está bien logrado, el diseño de producción funciona cabalmente, aunque en momentos se siente medio amateurish, y las interpretaciones en momentos son ridículamente exageradas llegando a sentirse casi paródicas.
En conclusión, es una película muy disfrutable. Tiene la música de Winehouse que disfrutas, técnicamente está bien conseguida, ciertas relaciones entre personajes son muy sólidas y nunca se vuelve aburrida. No obstante, el apartado técnico y hasta cinematográfico, aunque funcional, es bastante genérico y en momentos hasta mediocre. No es una mala película, pero Amy Winehouse se merecía mucho más.

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