Furiosa: A Mad Max Saga
⭐⭐⭐⭐
En el 2015 George Miller logra hacer una cinta de acción dieselpunk impresionante, al grado de ser una de las mejores películas de la década pasada, y quizás de la historia del cine. Así que, cuando prometió una precuela, años de espera estuvimos saboreándonos este espectaculo visual. Lamentablemente, aunque es una muy buena película, era de esperarse que algo como Mad Max: Fury Road fuera irreplicable.
Furiosa (Anya Taylor Joy) es una mecánica de la Ciudadela que lleva escondiéndose toda su infancia, pues de niña fue arrebatada del Hogar de las Muchas Madres, y torturada y vendida por Dementus (Chris Hemsworth) a Inmortan Joe (Lachy Hulme, quien funciona como una versión menos imponente de Hugh Keays-Byrne). Gracias a la ayuda de Praetorian Jack (Tom Burke), Furiosa logra convertirse en una despiadada guerrera y conductora, aunado a obtener una oportunidad de venganza.
La cinta tiene muchas cosas positivas. Se nota le presupuesto y valores de producción, sintiéndose más grande en escala que la cuarta entrega centrada en Rockatansky. Además, es el universo de la estética dieselpunk por excelencia, siendo sumamente llamativo simplemente ver visuales que no encuentras en ninguna otra cinta. Taylor-Joy, con una interpretación prácticamente muda, y Hemsworth están llenos de personalidad y cargan sin problemas la película. Y Miller, una vez más, busca elevar la apuesta de su cinta anterior, grabando con tecnología del siglo XXI y su adquirida maestría escenas de persecución de vehículos terrestres y aereos. En ese sentido, es muy llamativa, propositiva y dos horas de el más puro entretenimiento hollywoodense.
No obstante, hay algunas decisiones de Miller que son, al menos, cuestionables. Se nota una mayor dependencia en el CGI sobre los efectos prácticos, haciendo que, aunque lo que se ve en pantalla sea grandioso, se sienta falso y hasta plástico. Igualmente, lo estilizada, altamentre contrastada y con los colores ridículamente saturados, de Fury Road fue de lo más atractivo de aquella cinta, y aquí simplemente decide bajarle muchas rayas a eso. Inclusive hay escenas recoloreadas de la cinta protagonizada por Hardy y Theron, y no están ni cerca de ser tan brutalmente llamativas. Supongo que Miller quería optar por algo un poco más descolorido porque se trata de una tragedia, pero el naranja tóxico del desierto que te freía los ojos era mil veces más efectivo.
Aun así, lo que más lastima a la cinta, al menos como fanático de su predecesora, es la premisa detrás de esta. Mientras que la cinta del 2015 era una historia prescipitada, contenida y llena de adrenalina, esta precuela busca contar toda la historia del universo donde se situa aquella cinta. Por esto mismo, aunque hay planos largos bastante llamativos por el movimiento de cámara, en general el montajes es más pausado, menos vertiginoso y mucho más convencional. Esto también aplica en la acción, diálogos y acontecimientos, siniéndose como un filme mucho menos violento, agresivo y sin la velocidad que esperarías de una saga de vehículos postapocalípticos.
Que, todo esto se ve opacado aún más por un guion poco convencional. Por alguna razón, Miller decide estructurar su historia en 5 actos, delímitados por intertítulos como si se tratara de capítulos independientes. Esto trae varios problemas. De entrada, que no se siente como una gran historia de supervivencia y tallas epopéyicas como pretende, sino como una serie de acontecimientos relevantemente arbitrarios en la vida de un personaje. Los dos primeros actos son de Furiosa siendo una niña, con un papel enteramente pasivo y que se dedica a explorar cómo es que funciona esta distopía; es decir, pasamos casi la primera hora sin ver a Furiosa interpretada por la actriz protagónica, siendo un personaje arrastrado por la trama, y que se siente como un vil pretexto para sentar las bases necesarias para ahora sí contar lo que quiere contar.
A esto hay que sumarle que, al intentar abarcar tantos años y con múltiples saltos temporales, la historia pierde mucha de su inercia. Todo lo que vivió Furiosa de niña y la tensión que se genera, se pierde al dar un salto a años en el futuro. Y la gran Guerra del Yermo que dura cuarenta días en vehículos modificados se reduce a un simple plano sobrepuesto a detalles de la cueva que vimos al inicio de Fury Road, solo para después ver a Furiosa llegar en busca de venganza en un clímax sumamente íntimo. Que, esto último no es del todo malo, pero sí se siente como que lo más llamativo ya pasó y ahora la cinta solo se está arrastrando lentamente a cerrar lo que se prometió cerrar; lo cual no es muy beneficioso para una cinta de acción y aventura. En ese sentido recuerda a la pasada cinta de Miller Three Thousand Years of Longing (2022), la cual tiene una premisa y momentos bastante llamativos, impactantes y hasta surreales, pero los pasa superficialmente en favor de escenas íntimas que son más pretenciosas que realmente profundas.
Cabe añadir que, Furiosa: A Mad Max Saga está tan preocupada en conectarse con Mad Max: Fury Road que muchas veces incluye cameos, escenas y guiños que terminan por demeritar a esta cinta en sí misma y solo te dan ganas de ver la otra nuevamente. Le falta comprometerse con contar su propia historia, y dejar a Max en su tetralogía.
Pese a todo lo malo que pueda decir, siendo una de las mayores decepciones de este año, sigue siendo una película muy competente. Entretenida, visualmente espectacular, creativa, propositiva y llena de acción sumamente disfrutable. Pese a esto, su relación con su antecesora es demasiado tóxica, acercándose a ella en donde no debería, y alejándose en donde más debería de aprenderle.

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