Monkey Man

⭐⭐⭐⭐.5

En un año que, por alguna razón más allá de mi comprensión ha estado plagado de cintas sobre monos, la India presenta una coproducción internacional sumamente ambiciosa que promete dejar su huella en las grandes películas del año.
Monkey Man cuenta la historia de un hombre (Dev Patel)  que de niño vio a su madre ser asesinada por un grupo criminal sumamente poderoso del país. Como venganza, inspirándose en el mito del Dios Mono que su mamá le contaba, este hombre buscará cazar a los responsables de la pérdida de su progenitora.
Esta es una de esas cintas que demuestran que cuando un cineasta está comprometido, no hay forma de detenerlo. En este sentido, hay mucho que aplaudirle a Dev Patel, quien pese a que ya había demostrados sus capacidades histriónicas, aquí se solidifica como un cineasta muy sólido; más que algunos de los de Hollywood diría yo. Patel está comprometido con dar la apariencia físicamente marcada de este personaje, así como de hacer él mismo las escenas de acción y aprender a pelear. Como director busca maneras llamativas de colocar la cámara y utilizar el montaje, a la vez que como productor logra proveer grandes valores de producción a la cinta. No obstante, lo más destacable es que Patel no teme en delegar tareas a especialistas, dejándo el guion a cargo de otros, así como las coreografías de las escenas de acción.
En todos los aspectos cinematográficos es una cinta muy destacada. La fotografía no teme en usar contrastes y luces de colores para crear un neo-noir en la India bastante original, el diseño de producción y vestuario no huyen de poner en el centro la cultura de esta nación, y el montaje es creativo al utilizar todos los recursos imaginables para unir planos. La música con Leitmotivs funciona perfectamente y llena de personalidad a la cinta, a la vez que la iconografía de la máscara de mono es icónica y parte de la cultura cinéfila contemporánea.
Sin embargo, las escenas de acción son donde se nota el profundo amor que profesan los cineastas. Hay un intento bastante destacable de replicar modelos para grabar peleas. Hay planos secuencia donde la cámara se mueve por el espacio mientras el protagonista mata a todos sin piedad que recuerdan cintas como John Wick, momentos donde los golpes y heridas son tan fuertes y pesados que recuerdan a Oldboy, hasta en el uso de elevadores, e inclusive hay secuencias llenas de cámara en mano con cortes rápidos que recuerdan a The Bourne Saga. Así mismo, la cinta busca maneras creativas de referenciar distintas tradiciones de cine de peleas, como teniendo secuencias enteras de lucha libre en ring con peleadores enmascarados, o un plano a contraluz con el fondo del bar amarillo que recuerda a los contraluces clásicos de cintas chinas de artes marciales de los setentas y ochentas.
Quizás aquel aspecto menos memorable de la cinta es el guion. Pues, aunque es enteramente funcional, en momentos su simplesa es tal que en su intento de abarcar muchos temas, no consigue dedicarle suficiente tiempo a los personajes, sus relaciones y cómo estas se ven impactadas. Mientras que, un poco paradójicamente, la cinta en momentos detiene toda la trama y acción para centrarse en exploraciones espirituales del protagonista que, aunque funcionan efectivamente con él, ciertamente no abonan al resto de personajes y provocan que la cinta se sienta más lenta de lo que de verdad es.
Al final, es una propuesta sumamente fresca. Es una película llena de corazón donde Dev Patel intenta con todas sus fuerzas hacer en la India una cinta que funcione como homenaje y collage de la historia del cine de acción y de peleas a nivel mundial. El filme no busca revolucionar la narrativa o el cine, pero es una película memorable, impresionantemente bien lograda, y que demuestra que los mejores cineastas pueden presentarse en cualquier género y provenir de cualquier latitud.

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