The Lord of the Rings: The War of the Rohirrim
⭐⭐⭐
Qué sorprendente es que después de veinte años las películas de The Lord of the Rings sigan sintiéndose exactamente iguales. ¿Esto es bueno? Supongo que sí te gustan estas películas lo es, y si no, pues ya te la p*lste porque no hay nada nuevo. Pero, al menos en una película con duración normal, siendo algo todavía visible sin preocuparte por la integridad estructural de tu vejiga.
Héra (Gaia Wise) es la princesa de Rohan, un reino que prospera bajo el reinado de su padre, el rey Helm Hammerhand (Brian Cox). El líder de una tribu fronteriza (Shaun Dooley) es accidentalmente asesinado por Hammerhand en un duelo, y su hijo Wulf (Luke Pasqualino) es desterrado, rompiéndole el corazón a Héra, quien era una amiga de la infancia de Wulf y acababa de rechazar su propuesta de matrimonio. Esto lleva a que Wulf se alíe con otros exiliados y guerreros salvajes del bosque para enfrentar el régimen y familia de Helm Hammerhand, y así hacerse con el control de Rohan.
Por el lado de la animación y estilo visual, este es competente, pero prácticamente una calca de aquel de la trilogía de Peter Jackson. Los lugares, diseños de personajes y vestuario, la música y hasta la forma en que los personajes se mueven y hablan, con pequeñas excepciones que se inspiran en anime, son igual que el de las películas. Está bien conseguido, los paisajes son magníficos, Helm's Deep (que recibe su nombre en esta cinta) se ve exactamente igual que su contraparte de acción real, y todas las criaturas se ven espectaculares. La animación es fluida, similar a la del anime y sin nada que reclamar en ese sentido. La dirección, aun cuando no es muy memorable, consigue crear una sensación de peso y escala en algunos planos, pero en otros es como ver juguetes de soldados pelear contra uno de oliphante en un diorama.
Lo que resulta más interesante que la carencia de cualquier identidad visual o cinematográfica propia es el guion. Héra funciona muy bien como protagonista, tiene una falla que necesita aprender a utilizar correctamente para salir victoriosa, y Wulf siendo este tramposo, vil y rencoroso villano es un perfecto contrapeso dramático. El filme es, en su mayoría, bastante entretenido y la trama siempre se está moviendo hacia adelante, con la excepción de medio segundo acto, donde la historia de guerra se vuelve gente simplemente esperando; que es básicamente lo que hacen los personajes en The Lord of the Rings. La cinta no teme incluir escenas emocionalmente densas, masacres, batallas exageradas y conceptos vistos en otras cintas que hacen que esta precuela se sienta genuinamente conectada.
Aún así, la historia se siento como una grandilocuente historia clásica, antigua, lo cual no es muy inmersivo. Las cosas solo ocurren, sin realmente un proceso lógico o consecuencial: ahora ocurre lo que la trama necesita. Inclusive cuando se plantea la existencia de las águilas gigantes, el pago de la misma no es satisfactorio, sintiéndose más como un Deus-ex-machina. Hay subtramas enteras, particularmente una de oliphantes enfermos que se convierten en p*t*s zombis (¡¿?!), lo cual es una mentada que sea olvidado sin ninguna consideración. No obstante, así es como funcionaban las historias clásicas, sh*t just happens [simplemente ocurren cosas].
Sin embargo, lo más interesante es el personaje de Helm Hammerhand. No por su construcción, sino por su falta de ella. Es una forma antigua, clásica y anticuada de mostrar al héroe. Es un personaje que por el simple hecho de ser rey ya es el héroe, esto a pesar de ser alguien violento, altanero, arrogante, carente de empatía, nulamente misericordioso y alguien que aún cuando se equivoca no tiene realmente repercusiones sociales. Si tomamos en cuenta que un antihéroe es alguien que realiza acciones altruistas, pero a través de métodos cuestionables o con motivaciones personales (Go! el monitor geek, 2021, https://youtu.be/O9kht46hnro?si=GyiX0B1xF7UdLz53), esto hace que la este concepto solo pueda existir en la modernidad. En la narrativa clásica y en esta de The Lord of the Rings: The War of Rohirrim, así como de toda la franquicia, los héroes son medio hijos de p*ta. No importan sus valores ni acciones realmente, porque su título les impide cometer algo que no sea asociado con el heroismo. Es como si en este tipo de historias el héroe no lo es por sus acciones o porque lo consideramos heróico, sino solo porque la historia así lo llama. En ese sentido, el héroe clásico, el héroe de Tolkien es ya un antihéroe en sí mismo, al menos para nuestra perspectiva actual. No es que en la contemporaneidad creamos antiheroes, es que renombramos a otros personajes como héroes y teníamos que ponerle otro nombre a aquellos que dejamos sin esa identidad.
En conclusión, es una película bien lograda. Depende mucho de las cintas de Peter Jackson y carece de identidad propia, pero lo que se propone hacer cinematográficamente, en su mayoría, lo consigue de forma satisfactoria. También es claro que toma el tipo de historias y personajes que a Tolkien le gustan para construir esta historia, lo cual si bien lo hace algo unificado con la identidad de la saga, también hace que no sea particularmente efectivo para las sensibilidades actuales. Quizás sea el momento de llevar a Mordor esas prácticas anticuadas y traer las las del eterno y emotivo Valinor.

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