September 5
⭐⭐⭐⭐
Pocas veces te toca ver una película que resulta ser el ejemplo perfecto de cómo hacer un género cinematográfico. Eso es September 5. Es un ejemplo de libro de texto de cómo hacer un thriller.
En un mundo de remakes, re-imaginaciones, secuelas, precuelas, hasta las ideas originales son una especie de spin-off de Munich de Steven Spielberg. Desde los trailers lo sentía como un alargamiento de una parte de esa historia, algo similar a The Last Voyage of the Demeter con Dracula, pero aquí está mejor logrado. En vez de extender algo innecesariamente con la misma dinámica de la historia, se enfoca en un aspecto particular y diferente, y lo hace en una duración contenida y emocional. Spielberg hace un thriller político de espionaje de varios años, esta cinta abarca solo una transmisión del incidente desencadenante (ataque terrorista de rehenes), visto desde la perspectiva de los encargados de deportes que tienen que resolver cómo hacer esta transmisión.
En ese sentido, pese a que hay un atentado terrorista al lado de donde ocurren los acontecimientos, bien contenidos y practicamente en una sola locación, todo se concentra alrededor del cómo y la adrenalina de una transmisión en vivo. Esto permite la exploración de temas originales como ética periodística, funcionamiento pragmático de una transmisión en vivo y el impacto que esto puede tener. En un mundo lleno de noticias falsas, intereses politico-económicos detrás de noticieros y con algunos reporteros volviéndose prácticamente celebridades, es una cinta actual. Además, al casi no haber películas que exploren este aspecto, se genera drama y conflicto a través de las dinámicas únicas que implica una transmisión en vivo y las fuerzas que están en juego.
Esto se sostiene en los personajes que tienen que llevar a cabo esta transmisión, sin experiencia en noticias ni ningún antecedente de cómo abordar esta situación, los cuales representan distintos aspectos del conflicto. Geoffrey Mason (John Magaro) tiene que guiar esta transmisión con casi nula experiencia estando puesto a prueba constantemente, Roone (Peter Sarsgaard) solo quiere ratings sin importar los medios para conseguirlos, y Marvin (Ben Chaplin) es la voz de la razón y ética periodística; funcionando como el diablito y angel susurrando en los oidos de Mason sobre cómo, cuándo y dónde apuntar la cámara. Ellos son acompañados por Marianne (Leonie Benesch), la única alemana del equipo, con un profundo remordimiento tras la segunda guerra mundial, pero siendo la única germanohablante que puede hacerles saber lo que está ocurriendo, siendo una fuente inagotable de conflicto que la cinta exprime cual Harrison Ford por Disney. También aparece Peter Jennings (Benjamin Walker) como el periodista que medio sabe qué pedo y dos tres guia los demás.
Supongo que si recuerdas cómo es que terminaba este atentado, cosa que yo no, el final no es tan sorpresivo. Sin embargo, esto es realmente intrascendente. No se trata de si los rehenes que nunca vemos sobreviven o no, se trata de si este noticiero llega a conseguir la premisa, cómo la consiguen y que tan éticamente amarillista logran hacer la nota. Es una cinta sobre periodistas, noticieros y medios, no sobre política, rehenes y deportes, pero no por eso deja de ser sumamente emocionante y te tiene todo el metraje, desde que se escuchan a lo lejos los primeros disparos, con el culo en la mano. No necesita más que una locación, personajes interesantes y con conflictos entre ellos, y una situación que tienen que resolver que podría costarles su empleo para mantenerte emocionado, entretenido y lleno de adrenalina.
Pero, no por esto la propuesta cinematográfica se queda atrás. Ciertamente no hay presupuesto para planos despampanantes o la cámara volando como loca por toda Villa Olímpica como si se tratara de película de Michael Bay. Por el contrario, la cinta opta por planos cerrados de cámara en mano, siempre a alturas humanas, con cortes rápidos para un montaje dinámico y luces naturalistas, más llenas de contraste, sombras profundas y una completa falta de miedo a la estilización. Esto hace que la película sea inmersiva al sentirte que estás ahí presente en la sala de control, sientes la tensión y presión gracias al montaje rápido que no se detiene para pedirte permiso o darte la oportunidad de respirar, y es propositiva y valiente al no tener miedo de incluir planos donde casi todo está en completa oscuridad y no se ve la acción, además de usar videos en los que solo ves cuatro pixeles moverse como si se tratara de fotografía de cámara de seguridad de banco.
Es una experiencia inmersiva, llena de adrenalina, empática y absolutamente entretenida en su uso del drama. Explora aspectos del periodismo y la televisión pocas veces vistos a tanta profundidad, pero sin por esto dejar de lado su, pese a basarse en la historia real de un September 5, función escapista (SPOILER: a diferencia de los rehenes israelís).
Puedes leer mi reseña de The Monkey aquí.
Buena película
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