1938: Cuando el Petroleo fue Nuestro
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Genuinamente, el cine mexicano es una cosa única. Se solventa con impuestos de empresas y becas, cada vez menores, y ahora resulta que con eso se hace la propaganda más cínica imaginable. El nivel de esta cinta es tan en tu cara que haría a Goebbels tener un sueño humedo.Bueno, esta película es un recuento histórico de la expropiación petrolera mexicana (1938), de cómo el presidente Lázaro Cárdenas (Ianis Guerrero con prótesis tipo el padrino y una cara constante de que está apretando el esfínter) "negoció" la adquisición forzada de empresas petroleras extranjeras que operaban en México, a la vez que vemos cómo un periodista de izquierda (Sergio Bonilla) y su informante/pareja sentimental (María Penella Gómez), quien trabaja en un conglomerado de petroleros extranjeros, viven este evento histórico.
No sé si pase en otros países, pero en México es bastante grande la cantidad de gente que entiende la frase "Basado en hechos reales" como "Esto es una verdad absoluta y el registro histórico más importante de la historia". Normalmente, cuando alguien me dice que la película no podía contarse de otra manera porque así ocurrieron las cosas, o citan una película como si hubiera sido una clase de historia, me causa cierta incomodidad. Esto porque creo que el cine, al menos el que yo considero un buen cine, no es tonto. Considero que la película debe confiar en su propia audiencia para generarle la mejor experiencia. Para mí el cine es una conversación, la cinta me da estímulos, yo los sumo y respondo, no es una experiencia estética pasiva como muchos aseguran. Esto viene a que, por lo mismo, no creo que algo necesite ser más explícito antes de iniciar una película que el simple "Basado en hechos reales". No es importante qué cambiaron, qué mantuvieron, ni que haya una explicación de cómo funciona una película. Y, la cosa, es que justo así comienza 1938: Cuando el Petroleo fue Nuestro, con un texto explicando cómo funciona una película, que hubo cambios de nombre y orden de los acontecimientos, y que no es un registro histórico. Ciertamente, esto parece una cuestión menor, y por supuesto que lo es, pero ejemplifica el mayor problema de este filme, así como de todo el cine nacional. La película no confía en su propia audiencia, la sobaja y trata condescendientemente como si fuera tontos, no es una conversación estética entre iguales, sino que es la película educando, predicando al espectador. En otras palabras, desde el inicio la película no solo te hace sentir estúpido, sino que te dice que no pienses porque estás a punto de ver la verdad absoluta. Esto es, contrariamente a la función que el texto supuestamente busca, propaganda.
De aquí, todo se fue a la mierda y cayó más rápido que Liam. Supongo que, como normalmente mi enfoque es el cine, es pertinente abordar eso primero. Es una cagada por donde se le vea. Bueno, excepto en que fue capaz de conseguir muy buen material de archivo, desde fotografías y periódicos hasta algunos videos de aquel periodo. Esto, si bien le da un "tono" más documentaloide, fomentando la idea de que esto se trata de una verdad absoluta (también como sociedad mexicana nos la pasamos haciendo documentales, y los consumimos como verdades objetivas [ignoremos las implicaciones filosóficas por un momento para no desviarnos más] porque tenemos una visión muy limitada de lo que un documental puede ser), pero es un trabajo de investigación, recolección y seguramente hasta algo de restauración por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ojalá no se metieran en estos proyectos y apoyaran los que sí tienen algo detrás más allá de desflemar al gobierno.
Volviendo a lo demás, ahora sí es una pinche cagada. El uso del lenguaje cinematográfico es tan convencional y aburrido que parece que el director no ha visto ninguna película estrenada después del 1970, y por la edad casi eastwoodiana del director no me suena tan complicado. La cinematografía es vomitiva, ni siquiera amateur, directamente mediocre como de video institucional, cero contraste e iluminación plana en la mayoría del tiempo, excepto cuando las escenas son en la madrugada y la luz de la luna es azul en una estilización que nunca vimos antes y solo te saca de la experiencia; además de que la luz de una lámpara de aceite ilumina al personaje desde fuera del cuadro, apareciendo la sombra de la lámpara en la pared por la "misma luz" que esta produce (quizás lo que describí no hace sentido, tampoco el plano). El diseño de producción, aunque hay un esfuerzo de intentar disfrasarlo, entre los sets casi vacíos que parecen película de Ed Wood donde la cámara solo puede voltear hacia un lado, junto con los mismos trajes en todas las escenas y cartones pintados simulando libros es casi una broma.
Hablando de ser una broma, las interpretaciones parecen hechas para un sketch de comedia. Esto viene desde el guion y la dirección de actores, donde parece que la instrucción fue que todos los personajes hablaran como si estuvieran dando discursos o declaraciones públicas. Para una farsa es viable tener imitaciones de políticos, con sus manerismos y postura con las que los vemos en sus declaraciones, pero en un drama serio solo es ridículo verlos actuar así al alabar el buen desayuno que hizo su esposa o discutir con su amigo de toda la vida. Los extranjeros son una caricatura con sus acentos sumamente exagerados y hablando ridículamente lento, pero en ese caso se puede justificar que la cinta intentaba ridiculizarlos intencionalmente (no creo, pero tenemos que darles algo). Los otros personajes, el periodista que nunca vemos periodisticar y su pareja, sí tienen una personalidad e interacciones más humanas, pero, dejando de lado que en la trama son intrascendentes y solo están ahí para comentarla, los intentos de mostrarla como una relación saludable, romántica y pseudo-feminista terminan fracasando al verse más como una mujer cuyos deseos y sueños solo importan cuando no se interponen con los ideales y acciones del hombre.
Realmente, desde el guion esto nunca fue una buena idea. O sea, sí es un evento importante de la historia mexicana, pero pudo haber sido abordado de otras maneras. La cuestión es que lo único que hizo Lázaro Cárdenas fue discutir con empresarios y firmar un decreto, cosa que no es muy cinematográfica de ver. Y esto ocurre a la mitad, después de esto solo les queda esperar "preocupados" a que los extranjeros decidan aceptarlo, lo cual es todavía menos cinematográfico. Es una historia y premisa muy compleja para abordar como guionista, teniendo que basar las escenas en un drama de bluffeo con las posiciones de poder cambiando y estrategias económicas que solo existen en el aire, y claramente los que escribieron esto no son los indicados, ya que incluso cuando hay algo de potencial como un personaje con información que podría cambiar la decisión del presidente y es impedido por el segundo al mando, no lleva a nada. Y, la subtrama del periodista y la novia es solo como un comentario de la misma película, el cual ni siquiera es reflexivo o matizado porque huyen de cualquiera de estas cosas para mostrarlos como los mexicanos que apoyan incondicionalmente al presidente.
En ese sentido es que esto es una nada disfrazada propaganda. No explora las repercusiones de un acontecimiento tan fuerte, económica y politicamente hablando, pese a que hay una subtrama que se "dedica" a eso. Todo el tiempo es únicamente ver a los mexicanos como esta fuerza estoica y colectivista, con todos dispuestos a sufrir las consecuencias y batallar con tal de obtener el petroleo que pertenece al suelo que los vio nacer, cosa muy romántica, pero sin matices y fantasiosa. Porque la película termina con la expropiación de las petroleras como un acto heróico que convirtío a México en una fuerza que controla el mundo y su propio destino, que creo una empresa estatal gigante y dio un poder brutal a los sindicatos, cosa que se debería, y medio se hizo, replicar con la industria eléctrica. Pero, la cinta "olvida" mencionar que aún con estos grandes yacimientos de petroleo no somos un país energéticamente autónomo, los sindicatos se volvieron una mafia muy poderosa y que Pemex, esta gran empresa estatal (cosa que nunca ha funcionado bien por más de dos décadas) que unió 17 extranjeras y es el orgullo del país, hoy es un hoyo negro que se sostiene del erario público generando pérdidas millonarias al minuto (literalmente pierde más de un millón de pesos en lo que te toma leer este largo párrafo), que contamina tanto que encontró la forma de prender en llamas el Golfo que ya ni sabemos de quién es, y trabaja con refinerías que no cumplen los estándares de los países donde se encuentran o directamente desde que se fundaron no han producido una sola gota de refinado.
Y no solo eso, gracias a que el gobierno de México busca apoyar el cine nacional, particularmente cuando les hacen una felación doble invertida, a través de la condonación de impuestos a grandes empresas para que se los den a películas que el gobierno ya aprobó (cosa que, por experiencia personal, es bien complicado de lograr y prácticamente debes hacer cine de zacates [donde los personajes simplemente existen en su pobreza]). Aquí, lo curioso es que esta gran empresa que tuvo parte de sus impuestos condonados fue la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresa equivalente a Pemex pero de la industria eléctrica nacional, la cual no solo se propone al final de la película como un ideal, sino que ha sido incapaz de proveer de electricidad a ciertos hospitales donde se hacen cirujías con linternas de celulares, es una mafia sindical e incluso ha hecho lo imposible para deshacerse de las nuevas compañías que intentan complementar u ofrecer un mejor servicio de energía eléctrica. Lo curioso es que el jefe de la CFE es Manuel Bartlett, político mexicano de casi trescientos años que ha pasado por todos los partidos políticos y es quien estaba a cargo de las elecciones en 2006 (las cuales durante el conteo de votos se cayó el sistema y al regresar el candidato del partido en presidencia ahora iba a la delantera), a quien se le agradece directamente en los créditos de la película, y es hijo de otro político llamado también Manuel Bartlett. Este señor fue gobernador del estado de Tabasco durante los acontecimientos de la cinta, en la cual se hacen múltiples referencias explícitas a él casi de manera heróica por su trabajo en el estado, y hasta se incluye una escena de agricultures tabasqueños cromándole el rifle a él y al presidente Cárdenaz la cual no aporta ni tiene relación real con la trama.
Que, hablando de Tabasco, en los agradecimientos también aparece el expresidente de la República Mexicana, Andres Manuel López Obrador. El filme, como mencioné previamente, no solo menciona a Tabasco varias veces como un semillero de cultura, petroleo y economía, sino que claramente es una carta de apoyo a este expresidente y su movimiento denominado como La Cuarta Transformación. Los personajes, Cárdenaz y hasta Benito Juarez (personaje histórico muy querido de México) que aparece como fantasma, hablan y usan frases del expresidente Lopez Obrador y su sucesora, en vez de que Juarez dijera su famosa y memorable frase que podría funcionar en la escena sin el menor problema. Frases como, por ejemplo, "la defensa de la soberanía del país" o "la importancia del ejercito y tenerlo feliz" o cuestiones sobre cómo trabajan para el pueblo y todo lo hacen por este; pueblo que debería apoyar ciegamente a su gobierno ya que la palabra del presidente y su "investidura" debería ser suficiente para dar tu absoluta confianza. Ya ni siquiera es simplemente la película diciendo que las decisiones del gobierno son correctas, heróicas y hasta históricas, pese a que son pura fachada y solo nos han endeudado porque la idea del petroleo como fuente de energía única cada vez es más obsoleta y peligrosamente anti-ecológica, sino que no deberían ni ser cuestionadas porque papá-gobierno sabe lo que es mejor para nosotros y nos va a llevar a buen puerto. Ni siquiera se limita a ser una succión de falo tan poderosa que parece bomba de vacío, es una declaración de que todos debemos de hacerlo. No es simplemente una presentación de perspectiva u opiniones, es una manipulación cínica y grotesca. No es arte crítico o reflexivo, es vil propaganda ciega.
Al final, esto no se trata de algo que valga la pena ser visto. No tiene ningún valor artístico, estético, político o histórico, ni siquiera anecdótico. Es un producto manipulador y condescendiente, hecho para vivir cínicamente del erario público y ganar el favor del gobierno en turno. No es algo hecho por artistas con una función estética o algo que decir, fue realizado por fanáticos sin criterio que se someten voluntaria y cobardemente a quienes están en el poder con tal de que el gobierno les de un hueso y una explosión de leche en el hocico.
Puedes leer mi reseña del nuevo live-action de Snow White aquí.
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