Mickey 17

⭐⭐.5

Hay algunos directores asombrozos que simplemente no deben escribir blockbusters, al menos no solos. Este es el caso de Bong Joon-ho.

No hay forma alguna de negar que Bong es un talentoso director, Parasite es una obra maestra del séptimo arte. Pero, sus fortalezas, no se pueden encontrar aquí. Cierto que a través de la ciencia ficción logra explorar los temas que le gustan: problemas económicos y a las situaciones a las que llevan a las personas, el abuso del medio ambiente, cuestiones éticas de las clases sociales y el sistema que se autopreserva. Es una propuesta muy bongiana en su tema, pero carece de sus mayores fortalezas cinematográficas.

El ritmo y montaje de Parasite es una genialidad, que se consigue gracias a un guion muy conciso y a una fotografía de encuadres simples, siendo una experiencia casi naturalista. En un drama/thriller familiar esto funciona muy bien y es inmersivo, pero en un blockbuster de ciencia ficción no tanto. Hay un montón de conceptos y visuales llamativos, pero filmados de la forma más naturalistica posible, haciendo que no se sientan impactantes. Las cochinillas lovecraftianas del espacio exterior, los hoyos en la nave que dan al Mount of Doom de Mordor, la piedra extraterrestre que puede incluir cualquier cosa en su interior, incluso la nave espacial con impresoras 3D de humanos, todo se siente como algo extremadamente normal. Entiendo que esto es intencional, pero realmente hace que los momentos y conceptos de la película se sientan aburridos.

Pero, fuera de esto, realmente la dirección no es el problema. Logra que los duplicados de Mickey 17 y 18, ambos interpretados por Robert Pattinson, se sientan diferentes, desde su personalidad hasta corporalidad. Además, Bong se las arregla para hacer que muchos personajes secundarios sean absolutamente despreciables, Timo (Steven Yeun) es el peor amigo de la historia, Ylfa (Toni Collette) es ridículamente vacía y carente de empatía, que se acompaña del político Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), resultando en una parodia del político y primera dama que solo piensa en salsas (WTF jajajaja). Esto se balancea un poco con Nasha (Naomi Ackie) y Kai (Anamaria Vartolomei), antes de desaparecer de la historia, que también son un poquito hijas de perra, pero la película insiste en que son lo mejorcito que hay... En ese sentido, la cinta involuntariamente hace una crítica a lo egoista que es la sociedad actual. Aun así, todas las interpretaciones son muy sólidas y dan en el clavo en el tono exagerado y cuasi-absurdo que busca el filme.

La mayoría de los demás aspectos técnicos funcionan bien. Los efectos visuales son impecables. La fotografía, de un cinematógrafo ligeramente sobrevalorado, aunque aburrida, cumple cabalmente. El montaje es narrativamente competente, pero no propone nada que no sea el pegado de planos más rudimentario que se lleva haciendo desde hace noventa años.

No obstante, todo esto podría crear un blockbuster competente, pero el guion previene tal hazaña. Y es curioso, porque aparentemente todo está donde debería. Los protagonistas y sus aliados son claros, los antagonistas quieren colonizar sin importar los medios, y la dinámica y apuesta son claras. No obstante, al examinar de cerca, se toman decisiones que afectan la cinta. Primeramente, nos toca seguir y apoyar a la versión más pasiva y patética del protagonista, que aunque honrado y con virtudes, es muy aburrido en comparación con su contraparte. Y, todos los demás personajes, incluso aquellos que deberían de importarnos y por quienes es importante que no todo se vaya a la mierda al final, realmente no puedes apoyarlos. Kai actua egoístamente y casi como nazi, mientras que Nasha, aunque al final hay una escena en la que se muestra compasiva, en general se siente más abusiva y controladora con el protagonista que como alguien que lo ve como una pareja. Esto hay que sumarle un uso de voz en off excesivo, casi medio metraje explicándote cosas porque no tiene suficiente que contar en la historia, mucho de lo cual viene después del clímax en forma de un mal-logrado epílogo, incluyéndo una crónica de cómo la sociedad mejoró y alucinaciones de lo que ya se resolvió que aportan absolutamente nada. Así mismo, no es hasta el tercer acto que la colonización implica algo y pone en riesgo a los humanos, antes de esto todo lo que pasa es solo por la anécdota, sin dirección y la supuesta trama de evitar que descubran que hay dos Mickeys es irrelevante pues nadie nunca lo sospecha ni hace nada para atraparlos. Y luego la premisa, pues la cinta busca contar cada muerte de Mickey y que entiendas exactamente para qué ocurrió, en vez de entrar completamente en la idea y proponer que ya haya muerto decenas de veces y esto tenga un impacto real en su personalidad, porque si no es irrelevante si se trata de Mickey 17 y 18 o 1 y 2.

Al final, la cinta termina siendo únicamente una sombra de lo que prometía. Sí cumple técnicamente, pero nada sorprendente. La dirección de actores brilla, pero la propuesta de tono y uso del lenguaje cinematográfico es rudimentario, cuando no pobre. Bueno, supongo que si te gusta ver resúmenes que te explican lo que significa la película y los temas que tiene, aquí no es necesario, porque la voz de Pattinson se dedica a hacer precismanete esto para que no tengas que poner a trabajar ni una sola neurona; quizás esto se deba a la diferencia de idioma del director, ya que esto no ocurre en sus demás películas. Es una pena que haya resultado así, con tan poco explotada premisa, pero se agradece el intento y esperemos que si Bong hace algo más contenido y en coreano la próxima vez pueda entregarnos otra obra amestra.


Puedes leer mi reseña de Presence de Steven Soderbergh aquí.

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